Villablino despide a sus mineros fallecidos entre el dolor y la incredulidad por lo ocurrido
Vecinos y amigos se han reunido en una capilla ardiente improvisada en el municipio de donde eran cuatro de los cinco fallecidos
David, Jorge, Ibán, Amadeo y Rubén, las cinco vidas que se llevó la mina de Cerredo
La dueña de la mina de Asturias en la que murieron cinco personas no tenía permisos de explotación
Son las 12.44 del mediodía cuando, tras el hueco aplauso que ha cerrado el minuto de silencio, los vecinos y amigos han comenzado a entrar en la improvisada capilla ardiente que se ha instalado en el municipio leonés de Villablino, de donde eran cuatro de los cinco fallecidos. Hasta ese momento, el silencio del centenar de personas que aguardaban en la calle apenas podía esconder el dolor y la rabia contenida que se respira en el ambiente.
«No sé cómo ha podido ocurrir algo así ahora, como si fuera hace unos años», se pregunta retóricamente uno de los vecinos. «Accidentes en la mina los ha habido siempre», le contesta su compañero resignado. La incredulidad ante lo ocurrido es el único tema de conversación que consigue romper un silencio que, de tan respetado, podría resultar incómodo para un ajeno a la tragedia.
El último adiós
En un lento goteo, los familiares llegan hasta el polideportivo. Los pañuelos en la mano, el llanto y su caminar pesado, como queriendo evitar llegar a esa última despedida, los hace fácilmente reconocibles. Ayer, les despidieron brevemente, a primera hora de la mañana. Un saludo cotidiano a quien se reincorpora al trabajo un lunes por la mañana. Nadie pudo saber que aquel sería, más que un hasta luego, el último adiós.
Una mujer mayor camina lentamente, apoyado un brazo en quien parece ser su hijo y el otro en un voluntario de Protección Civil. Las autoridades esperan en una larga fila, también en silencio. Algunos familiares se acercan a dar las gracias. Otros prefieren pasar directos al interior del polideportivo. A la anciana, a la que el dolor le obliga ir casi en volandas sustentada por sus acompañantes, la detienen en varios momentos para tratar de reconfortarla con un largo abrazo. Poco a poco avanza hacia la capilla ardiente, para esperar alli la llegada de los cuerpos.
Una capilla ardiente improvisada en un polideportivo
En medio de la expectación de toda una comarca, los cuatro coches fúnebres han llegado al polideportivo poco antes de las once y media de la mañana. Hasta ese momento, empleados del ayuntamiento y de la funeraria han acondicionado el polideportivo para acoger los cuerpos de los cuatro vecinos fallecidos. Sobre la pista de baloncesto, coronas de flores junto al lugar que ocupa cada uno de los ataúdes y sillas retráctiles para que los familiares puedan acompañar a sus seres queridos en este último trance.
El dolor en la pista contrasta con los anuncios que cuelgan en las paredes del polideportivo. Se entremezclan los de los comercios que sirven para animar y financiar a los equipos locales, el de la etapa catorce de la Vuelta Ciclista a España de 2024, que tuvo la meta en Villablino, y el marcador electrónico. Ajenos a ese entorno deportivo, los familiares arropan los féretros y apuran los últimos instantes que podrán compartir con los cuerpos, ya sin vida, de Jorge, Rubén, Amadeo e Iban. A poco menos de cuarenta kilómetros, en Torre del Bierzo, los más allegados de David también velan su cuerpo.
Como las cuentas de un rosario, por el polideportivo de Villablino no cesan de desfilar amigos y conocidos que quieren acompañar a los familiares en este difícil trance. Entre los cuatro grupos formados, en la pista nunca hay menos de un centenar de personas. El leve golpeteo de los abrazos, las calladas lágrimas y los sordos sollozos conforman el único rumor que se escucha. En silencio, son varios los que, sentados, descansan su cabeza sobre las manos en una actitud orante. En la entrada, en ambos lados, los voluntarios han dispuesto unas mesas bien provistas de botellas de agua y paquetes de pañuelos de papel que permiten aliviar el sofoco.
Fuera del polideportivo, una carpa de Protección Civil y Cruz Roja marca el lugar en el que se han instalado varios psicólogos voluntarios disponibles para atender a las víctimas y familiares si es necesario. Se mueven entre los visitantes entre ellos con sigilo, expectantes por si los requieren. Han organizado varios turnos para que siempre pueda estar presente su atención y servicios. Esta noche, la capilla ardiente permanecerá cerrada al público, en espera de que mañana se reabra antes del funeral, previsto para las 12 del mediodía de miércoles. Antes de cerrar, habrá un momento, ya sin visitantes, para que las familias puedan dar su último adiós a los fallecidos.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete