Pedro Rodríguez - DE LEJOS
El barro y Ucrania
Como en la ofensiva aliada del ‘D-Day’, al final todo es una cuestión de meteorología

Uno de los principios fundamentales del orden liberal internacional –construido sobre la derrota del fascismo y el nazismo pero cuestionado por una geopolítica cada vez más atroz– ha sido el respeto a las fronteras. Sobre todo en el Viejo Continente, tan marcado por las cicatrices ... de su violenta historia. Sin embargo, la obsesión de Vladimir Putin por hacer a Rusia grande de nuevo, está planteando un inquietante retorno al pasado más oscuro del mundo contemporáneo: ¿es posible alterar fronteras por la fuerza en el siglo XXI?
Ante el maratón diplomático de esta semana para evitar un conflicto armado en Ucrania, el gran problema es que todas las partes saben perfectamente que ni Estados Unidos ni la OTAN contemplan una respuesta militar al matonismo del Kremlin contra Kiev. Y que Putin no va a renunciar a sus inaceptables condiciones. Con el agravante de que la Administración Biden demostró el pasado agosto con su desastrosa retirada de Kabul la falta de voluntad americana para implicarse en prolongados y remotos conflictos.
Como en la ofensiva aliada del ‘D-Day’, al final todo es una cuestión de meteorología. La realidad sobre el terreno es que la ventana de Rusia para invadir Ucrania es más bien limitada, sobre todo por las temperaturas. Lo único que en estos momentos impide que el Kremlin vuelva a ‘redibujar’ las fronteras ucranianas es un invierno no tan severo como es habitual en esas latitudes. Lo que ha convertido en barrizales, más literales que metafóricos, las posibles rutas de penetración de los blindados rusos.
En cuestión de dos semanas se prevé que todo ese disuasorio barro se habrá convertido en hielo, suficientemente compacto como facilitar el transporte de todo el material pesado acumulado por Moscú para su previsible ofensiva. Tras esas dos semanas de tregua climática, el famoso general invierno que devoró a Napoleón y Hitler volverá a jugar a favor de Rusia. Y a partir de febrero, Putin podrá decir con todo su criminal cinismo que se ha visto obligado a invadir Ucrania en defensa propia.
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